"Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento". Hipócrates
Seguramente es una pregunta que te has hecho en más de una ocasión, incluso ya hasta con un dejo de hartazgo y cansancio. Ya que más allá de las diferentes dietas que has hecho y las horas que has pasado en el gimnasio siempre terminas por abandonarlo por diferentes motivos; autosabotaje, frustración por la falta de resultados, antojos etc. Sin embargo, es importante tener presente que el tema del sobrepeso y la obesidad es un problema multifactorial en el cuál no sólo basta con mejorar los hábitos alimenticios y hacer ejercicio. Es importante tener en cuenta el factor emocional; su relación con la alimentación y con el cuerpo. Entender dicha relación será crucial para poder vencer las resistencias que puedas estar teniendo con respecto al cambio.
Antes de comenzar cualquier plan de alimentación te invitaría a pensar desde cuando has tenido sobrepeso u obesidad. Esto es como tener una brújula en la mano para guiarnos al conflicto que hay detrás de todo ello. De tal forma que es importante que veamos a la obesidad no como la enfermedad en sí, sino como un síntoma de un conflicto psíquico del que quizá no seamos tan conscientes. De tal manera que si no reconocemos desde cuándo hemos tenido el problema con nuestro peso y qué lo originó, eventualmente volveríamos a subir ya que no se atacaría el problema de raíz.
A continuación, te hablaré de tres tipos de obesidad que he podido dar cuenta en los años que llevo trabajando con mis pacientes. Sin embargo, son generalidades ilustrativas, en ningún momento el tema de la obesidad puede ser tan reductible a esos tres tipos de obesidad. Incluso desde ya te estaría invitando a pensar a la obesidad no en singular, sino en plural; obesidades, ya que cada una será muy particular y estará marcada por la historia de vida de quien la padece y cada uno la afrontará con los recursos que tuvo en suerte.
Aclarado lo anterior, la primera obesidad de la que te quiero hablar es de la llamada “de desarrollo”. Ésta se adquiere en etapas muy tempranas de la vida. De tal forma que la mayoría de nuestros recuerdos de la infancia ya nos veíamos con cierto volumen significativo en comparación con el resto. Saber eso ya es crucial para el tratamiento ya que la obesidad podría llegar a ser incluso una suerte de identidad con la que hemos crecido, de tal forma que adelgazar sería igual a perder un lugar que hemos tenido toda la vida y esto podría llegar a ser muy angustiante para muchas personas. También es importante considerar en qué ambiente se desarrolló: puede que el ambiente haya sido obesogénico, es decir, toda la familia es obesa y gesta un ambiente propicio para padecerla. En estos casos adelgazar podría significar ser blanco de críticas y aislamiento por ciertos miembros de la familia por sentir una suerte de traición. Si por el contrario, la persona es la única obesa en la familia, puede llegar a ser blanco de críticas por no bajar de peso llevándolos incluso a tratamiento poco éticos y que pongan en riesgo su salud; como el consumo de quemadores de grasa, inhibidores del hambre, inyecciones en la parte abdominal para quemar la grasa etc. Por supuesto que una dinámica así es caldo de cultivo para desarrollar una mala relación con los alimentos y el cuerpo que podrían desembocar en un trastorno de alimentación.
Otro tipo de obesidad sería la “reactiva” la cual se adquiere por algún momento importante o traumático en la vida que lleva a un desajuste emocional que se expresa en la forma en la que nos alimentamos o percibimos nuestro cuerpo. Algunos ejemplos podrían ser: la pérdida de un ser querido, de un trabajo, mudarse, alguna intervención etc. Por lo cual la subida de peso se podría deber más a procesos depresivos o de ansiedad que se expresan en un desajuste en la forma en la que nos alimentábamos previo al evento. En estos casos es importante concentrarnos en ese momento particular ya que quizá no se ha podido elaborar el evento.
Por último estaría una obesidad metabólica, la cual tiene que ver más con un desajuste hormonal derivado de distintos padecimientos; ovario poliquístico, hipotiroidismo, consumo de algunos medicamentos etc. De tal forma que la persona no subió necesariamente por malos hábitos alimenticios, sino por un desajuste en su organismo. Por lo tanto habría que acompañar primero a la frustración que emana de ese padecimiento, ya que estas personas pueden llegar a sentir que sus esfuerzos no son suficientes y pueden caer en el autorreproche. Una vez que se haya hecho ese ajuste hormonal es más probable que la persona pueda llegar a su meta.
Se podría llegar a esperar ciertos conflictos generales en cada una de ellas, sin embargo, aquí es más importante historizar el padecimiento de la persona. Entender cómo esto puede llegar a crear ciertas fantasías inconscientes que podrían llegar a generar resistencias a la hora de bajar de peso; pérdida de identidad, no sentirse cómodo en un cuerpo delgado o sentirse en peligro por la mirada de los otros etc. Por lo anterior es sumamente importante acompañar la pérdida de peso con un psicoterapeuta que te vaya acompañando en cómo te relacionas con la comida y con tu cuerpo y cómo eso se pudo ver afectado según tu historia de vida.
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